El 19 de marzo de 1992 fue encontrada entre montes y basura una pequeña niña que aún tenía prendido su cordón umbilical. Del vecindario, nadie quiso hacerse cargo de la infante y algunos creían que se trataba de la virgen María, seis meses después, la señora Agustina de Jesús Ordoñez Salazar, madre de nueve hijos varones, y residente desde hacía quince años en Naranjal – Guayas, pidió a su madre le entrega a la niña para tenerla de por vida, puesto que su anhelo siempre fue tener una hija, pero veía una oportunidad divina para adoptarla y le puso por nombres NARCISA ESTEFANIA VILLAFUERTE ORODOÑEZ. Desde entonces han transcurrido casi quince años en que la misteriosa niña vive con su madre adoptiva en Naranjal, pero tiene un semblante de desnutrición, padece de cuadriplegia y trastorno del habla por daño cerebral al nacer y severos trastornos de crecimiento, pues aparenta tener unos tres años, solo articula la palabra mamá, sonríe con dificultad; no se sienta y recibe alimentación con minucioso cuidado.
Radio Amistad conoció el caso e invitó a la señora para hacer una colecta pública; al visitarla en su humilde vivienda del sector El Cañón, vía a Playa Seca, notamos condiciones deprimentes. Son tres personas que comparten alegría y tristezas; doña Agustina dice que la acompaña su hijo de 16 años quién demuestra querer mucho a su hermana adoptiva; ella apenas trabaja para medio comer, lava ropa ajena y vende tripa asada cuando hay alguien que le ayude en el cuidado de su hija especial.
Manifiesta que cuando no tienen para el jabón consigue limones para lavar la ropita de la nena, a quien le brinda un cuidado máximo para evitar más enfermedades.
Gracias a Dios
Hay miradas de dulzura, lágrimas de impotencia pero jamás de arrepentimiento, la madre adoptiva dice que jamás renunciaría a su hija porque no representa ningún peso para ella, por el contrario considera que es una bendición del cielo al haberse encontrado con este ángel. Dice que muchas personas le han aconsejado que lleve a la bebé a internarla en un sanatorio, pero asegura que eso jamás lo haría, porque en ninguna de esas casas recibirá mejor salud; son quince años que viven juntas y ya conoce su forma de comportarse y en manos extrañas va a sufrir mucho la menor; solo la muerte las separará, aseguró.
Radio Amistad conoció el caso e invitó a la señora para hacer una colecta pública; al visitarla en su humilde vivienda del sector El Cañón, vía a Playa Seca, notamos condiciones deprimentes. Son tres personas que comparten alegría y tristezas; doña Agustina dice que la acompaña su hijo de 16 años quién demuestra querer mucho a su hermana adoptiva; ella apenas trabaja para medio comer, lava ropa ajena y vende tripa asada cuando hay alguien que le ayude en el cuidado de su hija especial.
Manifiesta que cuando no tienen para el jabón consigue limones para lavar la ropita de la nena, a quien le brinda un cuidado máximo para evitar más enfermedades.
Gracias a Dios
Hay miradas de dulzura, lágrimas de impotencia pero jamás de arrepentimiento, la madre adoptiva dice que jamás renunciaría a su hija porque no representa ningún peso para ella, por el contrario considera que es una bendición del cielo al haberse encontrado con este ángel. Dice que muchas personas le han aconsejado que lleve a la bebé a internarla en un sanatorio, pero asegura que eso jamás lo haría, porque en ninguna de esas casas recibirá mejor salud; son quince años que viven juntas y ya conoce su forma de comportarse y en manos extrañas va a sufrir mucho la menor; solo la muerte las separará, aseguró.
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